10 RAZONES PARA RESPETAR A LOS PLANETAS
a l'emule, pel que sembla s'hi troba de TOT. de la web www.mondobrutto.com , treiem aquest divertit text escrit per Dildo de Congost (¿?). bueno, resumint, que aqui xavi panero només transmet, no crea res. salut! us deixo amb les primeres 3 raons per respectar a els planetas.
1-Son muy machotes.Los Planetas, es decir Jota Rodríguez, Florent Muñoz y sus músicos de acompañamiento (sean quienes sean) tienen más groupies que cualquier otra banda de sonido "independiente". Después de los conciertos, enfebrecidas señoritas de todas las edades se ponen a revolotear alrededor de la zona de camerinos, con la vaga esperanza de dormir esa noche con Florent, con Jota o, en el peor de los casos, con alguno de los músicos. Y tal es el carisma y el aura que rodea a estas superestrellas cuando se suben a un escenario, que a las chicas poco les importa que Florent sea poco amigo de la ducha, o que Jota no sea excesivamente agraciado y también aborrezca el agua. Como ellos mismos reconocen, autojustificando su permanente estado de desaseo, "es que somos un poco hippies". Pues bien, esa imagen desgarbada y agorrinada, pero muy masculina, calienta a las chavalas independientes mucho más que la de unos señoritos modernísssimos duchaditos, afeitaditos y vestiditos de punta en blanco (como, sin ir más lejos, Astrud). Y si el nuevo guitarrista-suplente no sale ni en los videos, ni en las fotos promocionales del grupo ¿qué importa? El caso es que se sube a la palestra con Los Planetas y, sólo por eso, ya tiene un polvo, piensan las fans.Incluso la agitanada May, único miembro femenino que pasó por el grupo, se llevó al codiciado Javier Aramburu al huerto valiéndose de su condición de planeta. O si lo prefieren, al revés (otra concesión con motivo del Especial Mujer): May se benefició a Aramburu porque hacía las portadas de los Planetas. Bromas aparte, lo cierto es que, en cuanto la formación estable del grupo se redujo a dos, los músicos "for hire" de toda España empezaron a ir a misa y rezar como condenados, con la esperanza de recibir el santo privilegio de ser contratados por Jota y Florent para una gira. Este milagro significaba tres cosas: cobrar unos más que generosos honorarios, poseer todas las sustancias estimulantes que pudieran meterse y tener a todas las chicas que consiguieran atender. Hasta que el cuerpo aguante. Con deciros que Raul Santos (el segundo batería que se les acopló, hoy más conocido como Supercinescene) abandonó a una popular novia suya en cuanto se fue de gira con Jota y cía... Las razones que, presunta y aproximadamente, Megaraúl le dio a la pobre desgraciada para deshacerse de ella fueron tan llanas como previsibles, algo así como "tía, voy a ser legal contigo, lo siento mucho pero es que te tengo que dejar porque me voy de gira con Los Planetas y ya sabes lo que eso significa, que tendré muchas chavalas distintas cada noche". No sé, me parece muy poco creible este vil rumor que me contó uno de mis soplones, porque estoy convencido que Raúl es un caballero español, pero ahí queda como buen ejemplo de un hecho indiscutible: las tías van a Los Planetas como las moscas a la mierda.Quizás se deba a su condición de saciados el hecho de que los textos planetoides apenas toquen el sexo y casi siempre hablen de amor o de emociones (naturales y artificiales, claro). Porque Jota, como un Klaus Kinski de andar por casa, está harto de aplacar su ansiedad con sexo, sexo y más sexo, y sólo necesita un poquito de amor. Un amor que, al parecer, ha encontrado en los brazos de su actual compañera sentimental, a la que asegura serle muy fiel. Y Florent ídem de ídem. Si no lo veo no lo creo.En fin, las escasas letras lúbricas que poseen los Planetas bastan para hacerse una idea de por donde van sus disparos seminales. Ya en "Mi hermana pequeña" (ese afortunado cruce entre El último de la Fila y The Jesus and Mary Chain con título mangado a Chandler que les dió a conocer), Jota tenía la santa osadía de bromear con el espinoso tema del incesto, cuando decía "yo me esfuerzo porque sea la chica más feliz sobre la tierra / y por las noches ella me recompensa" o, en ese estribillo calcadito del "Something's wrong" en el que Jota exclamaba "¡no la quería golpear y ahora no se donde está!". Y el Defensor del Menor, que acosó recientemente al artista Antonio de la Rosa o al fanzine "Mundo depravados" por mucho menos, no dijo nada: eran otros tiempos y Los Planetas aún estaban enterrados en el más profundo de los undergrounds.Más explícitos todavía serán en "10.000" (pelas, claro, aunque los críticos más despistados se hicieran los suecos), donde se esboza una cinematográfica pero elíptica descripción de las posibilidades amatorias de dos prostitutas adolescentes (el estribillo "¿quieres hacerlo con mi amiga? tiene quince años ya" tiene delito). O en "La máquina de escribir", un blues eléctrico donde, amen de robarle inconscientemente el título al gran Jean Cocteau (bueno, Dinarama hicieron lo propio en "La voz humana", pero conscientemente), Jota le pide a una "dulce y tierna niña" que le haga marranadas; eso sí, muy finamente. Pero con un par de planetas. Y luego, como tercer ejemplo, tenemos "Algunos amigos", preciosa cara bé de "Segundo premio", con una letra en la que pasan del sexo a la violencia, que no deja de ser el reverso tenebroso de la líbido: Jota se jacta con la tortura china (a golpes y cuchilladas) de una compañera imaginaria, haciendo gala de una encantadora misoginia. Y eso ahora, que el tema está de rabiosa actualidad y se condena sin paliativos. En fin, que, si bien valdría como himno editorial para la imprescindible revista yanki "Answer me!" (especializada en regodearse con el tema de la violencia criminal y los abusos sexuales), no recomiendo la escucha de "Algunos amigos" a las mujeres que hayan sufrido malos tratos por parte de su pareja... y no les haya gustado. Pero, en fin, por buenas que sean, que nadie se tome demasiado en serio las letras de los Planetas: la mayoría son pura ficción autobiográfica.
2-Carecen de malas canciones.Los aficionados al pop-rock español y extranjero estamos muy acostumbrados a sufrir. Normalmente, nuestros grupos favoritos empiezan con un disco redondo y, cuando están apunto de sacar el segundo, ya se empieza a oír que va a ser malo. Y normalmente resulta ser nefasto, y el grupo se estrella o saca un tercero, ya casi de incógnito, tras lo cual se va desinflando poco a poco hasta la disolución. Sin embargo, con los Planetas ocurre todo lo contrario: cada disco es mejor que el anterior. Se arriesgan, haciendo funambulismo poprockero sin red, y aun así triunfan, no se caen y se salen siempre con la suya. Sus devaneos entre el ruidoso rockazo del primer disco ("Super 8", 1994) y el eclecticismo popero y algo flojo del segundo ("Pop", 1996), desembocaron en un tercero ("Una semana en el motor de un autobús", 1998) absolutamente impecable, conceptual, poprockero y, como diría Suso Llorente, más Planetas que Los Planetas. Y todo ello aderezado con un buen puñado de singles con unos cortes inéditos tan endiabladamente grandes como los "inéditos". Porque ésa es otra, Los Planetas no tienen "temas" de relleno, es más, carecen de canciones malas... sí, incluso las más largas y psicodélicas superan con creces el listón. Y eso, amigos míos, es algo que muy pocos grupos nacionales han conseguido: un repertorio con todo bueno. Aunque no nuevo, pues Los Planetas copian como bellacos pero, eso sí, como bellacos con buen gusto. La inmensa cultura musical del grupo, su amplio conocimiento de la historia del pop-rock de acá y allá, les permite hacer continuos guiños y copieteos a sus grupos favoritos, reconstruyendo sus canciones de forma tan personal que, a menos que seas un verdadero "Del Sur" freak, te resultará imposible rastrear todas y cada una de las apropiaciones u homenajes que llevan a cabo. Por eso, no voy a enumerar todos y cada uno de los artistas que, desde Bob Dylan hasta Mamá, han influido en Florent y Jota. La lista ocuparía todo un "Mondo Brutto" y, además, os será mucho más cómodo echar un vistazo al libro de Llorente (ver razón 9).¿Será también bueno su próximo álbum? Mmmmm, según se rumorea, Jota, Florent y compañía ya no tendrán que irse fuera a grabar su nuevo disco, que seguramente se editará en el temido año 2000. Ni siquiera se verán obligados a desplazarse hasta la Capital de España para mezclar las canciones, pues están montando un superestudio en su Granada natal, para no tener que moverse del pueblo y, quizás, para alejarse del vicio de la gran urbe (¿desintoxicación a la vista?). Hacen bien, pero resulta difícil otear su futuro. ¿Les ocurrirá como al Señor Chinarro, y alumbrarán un álbum más arraigado a su terruño? ¿Se le notará a Jota el asento andalú? ¿Alquilarán las guitarras de Raimundo Amador o los coros de Los del Río? No sé, lo único que puedo intuir es que el próximo disco de Los Planetas será el mejor de todos: más raro, más difícil, más imperecedero, más profesional, más sincero... y más Planetas (risas enlatadas).
3-Sus canciones son ideales para hacer playback en casa.Pablo tiene diecisiete años y ha tenido la mala suerte de nacer feo, gordo, torpe, grasiento y tonto en los noventa, la era de los cuerpos danone, la simpatía obligatoria y la inteligencia emocional. Pablo no tiene amigos, los chicos se ríen de él, y las chicas lo consideran invisible. Los padres del chaval tampoco lo miran demasiado: apresados en una aplastante jornada laboral y en una espiral de compromisos sociales, cuando llegan a casa están demasiado cansados como para ocuparse del "inútil" de su hijo, aunque de vez en cuando le dan un grito ("¡a ver si haces amigos o te pones a trabajar o te echas novia de una puta vez!"). Para colmo, al pobre chaval le ha tocado vivir en una metrópolis agresiva, implacable e inhumana como el Madrid de Manzano. En fin, que los vigorosos himnos adolescentes de Los Planetas no parecen estar escritos para este chico pero, sin embargo, él se los sabe todos de memoria. Pablo no se identifica para nada con las letras de Jota pero, mientras espera llegar a hacerlo algún día, vive dentro de ellas, escapa de su miserable realidad sumergiéndose en ese mundo tan real para otros, pero que a ojos de Pablo es pura ciencia ficción: salir con chicas, follártelas, echarlas de menos cuando te dejan, tomar drogas, ir de putas, correrse juergas con los amigos... Como en una suerte de realidad virtual sónica, Pablo vive todo eso y mucho más en las canciones de los Planetas.Junto a la masturbación, el pasatiempo preferido de Pablo es el playback. Todos los días, se encierra en su cuarto después de comer, se enfunda una camiseta de rayas, agarra una raqueta, baja la cabeza y, durante horas, hacer playback frente al espejo imitando a Jota o a Florent (según le pille el día), mientras suenan en su equipo las canciones de su grupo favorito. Así, durante unas horas Pablo es feliz, y realmente se cree que es él, y no Jota, el que canta esas canciones, el que ha escrito esas letras, el que toca esas guitarras, el que se pone hasta el culo de buenas sustancias y el que moja las bragas de millares de princesitas indies adolescentes y sudorosas. Entre oleadas de intenso placer provocadas por el pop-rock planetoide, Pablo se siente como el chico de la canción de los Monochrome Set, y sueña que es una estrella y que la gente le dice que es genial tal como es, que no cambie ni adelgace nunca. Y también que las marujas le paran por la calle y le sueltan un "por favor, ¿podrías firmarme un autógrafo para mi niña? es que me la tienes loquita, ¿sabes?". Una calurosa tarde de verano, mientras sus compañeros de clase disfrutan de sus vacaciones bañándose en piscinas, viviendo bonitos romances o yendo al Parque de Atracciones en pandilla, Pablo está, como siempre, encerrado solo en casa, escuchando a Los Planetas. Hoy cumple dieciocho años y ha conseguido dos compañeros que le harán pasar una tarde distinta, aunque sean sintéticos: un tripi y un gramo de cocaína. Pablo ya no aguanta más, está harto y quiere probar algo nuevo. Así que se come el tripi y se empieza a meter rayas de coca. Luego pone "Una semana en el motor de un autobús". Cuando el disco llega a su fin, Pablo ya se ha metido toda la farlopa y el ácido ya le han subido a tope. La mezcla entre las dos sustancias ha tenido un efecto devastador en su organismo: Pablo se ve corroído por la paranoia, ve horrores por todas partes y oye risas dentro de su cabeza. Risas que se ríen de él. Mientras "La copa de Europa" suena por última vez en su equipo, Pablo, tenso como una raqueta, siente cómo se le va durmiendo el brazo izquierdo, a la vez que un agudo pinchazo le aguijonea el corazón.Hospital Gregorio Marañón, doce y media de la noche. El doctor Martínez confirma a los desconsolados padres de Pablo las causas de la muerte de su hijo: infarto provocado por la mezcla de varias drogas aún por determinar. La madre, entre lágrimas, empieza a gritar: "¡Joder, la culpa la tienen esos malditos discos que escuchaba! Ese grupo de drogadictos ¿cómo se llamaba?" Y el padre contesta "Los Planetas, nuestro hijo ha muerto por culpa de Los Planetas". Lo que, en su desconocimiento, no supo apreciar el necio padre de Pablo es que, por el contrario, su hijo había vivido gracias a los Planetas. Hasta que llegó el día en que se cansó y prefirió estar muerto que aburrirse así. Y es que tres discos y un puñado de singles, por buenos que sean, no son suficientes para llenar toda una vida.(Nota: todo esto me lo acabo de inventar. Cualquier parecido con personas, situaciones o hechos reales es pura coincidencia).
1-Son muy machotes.Los Planetas, es decir Jota Rodríguez, Florent Muñoz y sus músicos de acompañamiento (sean quienes sean) tienen más groupies que cualquier otra banda de sonido "independiente". Después de los conciertos, enfebrecidas señoritas de todas las edades se ponen a revolotear alrededor de la zona de camerinos, con la vaga esperanza de dormir esa noche con Florent, con Jota o, en el peor de los casos, con alguno de los músicos. Y tal es el carisma y el aura que rodea a estas superestrellas cuando se suben a un escenario, que a las chicas poco les importa que Florent sea poco amigo de la ducha, o que Jota no sea excesivamente agraciado y también aborrezca el agua. Como ellos mismos reconocen, autojustificando su permanente estado de desaseo, "es que somos un poco hippies". Pues bien, esa imagen desgarbada y agorrinada, pero muy masculina, calienta a las chavalas independientes mucho más que la de unos señoritos modernísssimos duchaditos, afeitaditos y vestiditos de punta en blanco (como, sin ir más lejos, Astrud). Y si el nuevo guitarrista-suplente no sale ni en los videos, ni en las fotos promocionales del grupo ¿qué importa? El caso es que se sube a la palestra con Los Planetas y, sólo por eso, ya tiene un polvo, piensan las fans.Incluso la agitanada May, único miembro femenino que pasó por el grupo, se llevó al codiciado Javier Aramburu al huerto valiéndose de su condición de planeta. O si lo prefieren, al revés (otra concesión con motivo del Especial Mujer): May se benefició a Aramburu porque hacía las portadas de los Planetas. Bromas aparte, lo cierto es que, en cuanto la formación estable del grupo se redujo a dos, los músicos "for hire" de toda España empezaron a ir a misa y rezar como condenados, con la esperanza de recibir el santo privilegio de ser contratados por Jota y Florent para una gira. Este milagro significaba tres cosas: cobrar unos más que generosos honorarios, poseer todas las sustancias estimulantes que pudieran meterse y tener a todas las chicas que consiguieran atender. Hasta que el cuerpo aguante. Con deciros que Raul Santos (el segundo batería que se les acopló, hoy más conocido como Supercinescene) abandonó a una popular novia suya en cuanto se fue de gira con Jota y cía... Las razones que, presunta y aproximadamente, Megaraúl le dio a la pobre desgraciada para deshacerse de ella fueron tan llanas como previsibles, algo así como "tía, voy a ser legal contigo, lo siento mucho pero es que te tengo que dejar porque me voy de gira con Los Planetas y ya sabes lo que eso significa, que tendré muchas chavalas distintas cada noche". No sé, me parece muy poco creible este vil rumor que me contó uno de mis soplones, porque estoy convencido que Raúl es un caballero español, pero ahí queda como buen ejemplo de un hecho indiscutible: las tías van a Los Planetas como las moscas a la mierda.Quizás se deba a su condición de saciados el hecho de que los textos planetoides apenas toquen el sexo y casi siempre hablen de amor o de emociones (naturales y artificiales, claro). Porque Jota, como un Klaus Kinski de andar por casa, está harto de aplacar su ansiedad con sexo, sexo y más sexo, y sólo necesita un poquito de amor. Un amor que, al parecer, ha encontrado en los brazos de su actual compañera sentimental, a la que asegura serle muy fiel. Y Florent ídem de ídem. Si no lo veo no lo creo.En fin, las escasas letras lúbricas que poseen los Planetas bastan para hacerse una idea de por donde van sus disparos seminales. Ya en "Mi hermana pequeña" (ese afortunado cruce entre El último de la Fila y The Jesus and Mary Chain con título mangado a Chandler que les dió a conocer), Jota tenía la santa osadía de bromear con el espinoso tema del incesto, cuando decía "yo me esfuerzo porque sea la chica más feliz sobre la tierra / y por las noches ella me recompensa" o, en ese estribillo calcadito del "Something's wrong" en el que Jota exclamaba "¡no la quería golpear y ahora no se donde está!". Y el Defensor del Menor, que acosó recientemente al artista Antonio de la Rosa o al fanzine "Mundo depravados" por mucho menos, no dijo nada: eran otros tiempos y Los Planetas aún estaban enterrados en el más profundo de los undergrounds.Más explícitos todavía serán en "10.000" (pelas, claro, aunque los críticos más despistados se hicieran los suecos), donde se esboza una cinematográfica pero elíptica descripción de las posibilidades amatorias de dos prostitutas adolescentes (el estribillo "¿quieres hacerlo con mi amiga? tiene quince años ya" tiene delito). O en "La máquina de escribir", un blues eléctrico donde, amen de robarle inconscientemente el título al gran Jean Cocteau (bueno, Dinarama hicieron lo propio en "La voz humana", pero conscientemente), Jota le pide a una "dulce y tierna niña" que le haga marranadas; eso sí, muy finamente. Pero con un par de planetas. Y luego, como tercer ejemplo, tenemos "Algunos amigos", preciosa cara bé de "Segundo premio", con una letra en la que pasan del sexo a la violencia, que no deja de ser el reverso tenebroso de la líbido: Jota se jacta con la tortura china (a golpes y cuchilladas) de una compañera imaginaria, haciendo gala de una encantadora misoginia. Y eso ahora, que el tema está de rabiosa actualidad y se condena sin paliativos. En fin, que, si bien valdría como himno editorial para la imprescindible revista yanki "Answer me!" (especializada en regodearse con el tema de la violencia criminal y los abusos sexuales), no recomiendo la escucha de "Algunos amigos" a las mujeres que hayan sufrido malos tratos por parte de su pareja... y no les haya gustado. Pero, en fin, por buenas que sean, que nadie se tome demasiado en serio las letras de los Planetas: la mayoría son pura ficción autobiográfica.
2-Carecen de malas canciones.Los aficionados al pop-rock español y extranjero estamos muy acostumbrados a sufrir. Normalmente, nuestros grupos favoritos empiezan con un disco redondo y, cuando están apunto de sacar el segundo, ya se empieza a oír que va a ser malo. Y normalmente resulta ser nefasto, y el grupo se estrella o saca un tercero, ya casi de incógnito, tras lo cual se va desinflando poco a poco hasta la disolución. Sin embargo, con los Planetas ocurre todo lo contrario: cada disco es mejor que el anterior. Se arriesgan, haciendo funambulismo poprockero sin red, y aun así triunfan, no se caen y se salen siempre con la suya. Sus devaneos entre el ruidoso rockazo del primer disco ("Super 8", 1994) y el eclecticismo popero y algo flojo del segundo ("Pop", 1996), desembocaron en un tercero ("Una semana en el motor de un autobús", 1998) absolutamente impecable, conceptual, poprockero y, como diría Suso Llorente, más Planetas que Los Planetas. Y todo ello aderezado con un buen puñado de singles con unos cortes inéditos tan endiabladamente grandes como los "inéditos". Porque ésa es otra, Los Planetas no tienen "temas" de relleno, es más, carecen de canciones malas... sí, incluso las más largas y psicodélicas superan con creces el listón. Y eso, amigos míos, es algo que muy pocos grupos nacionales han conseguido: un repertorio con todo bueno. Aunque no nuevo, pues Los Planetas copian como bellacos pero, eso sí, como bellacos con buen gusto. La inmensa cultura musical del grupo, su amplio conocimiento de la historia del pop-rock de acá y allá, les permite hacer continuos guiños y copieteos a sus grupos favoritos, reconstruyendo sus canciones de forma tan personal que, a menos que seas un verdadero "Del Sur" freak, te resultará imposible rastrear todas y cada una de las apropiaciones u homenajes que llevan a cabo. Por eso, no voy a enumerar todos y cada uno de los artistas que, desde Bob Dylan hasta Mamá, han influido en Florent y Jota. La lista ocuparía todo un "Mondo Brutto" y, además, os será mucho más cómodo echar un vistazo al libro de Llorente (ver razón 9).¿Será también bueno su próximo álbum? Mmmmm, según se rumorea, Jota, Florent y compañía ya no tendrán que irse fuera a grabar su nuevo disco, que seguramente se editará en el temido año 2000. Ni siquiera se verán obligados a desplazarse hasta la Capital de España para mezclar las canciones, pues están montando un superestudio en su Granada natal, para no tener que moverse del pueblo y, quizás, para alejarse del vicio de la gran urbe (¿desintoxicación a la vista?). Hacen bien, pero resulta difícil otear su futuro. ¿Les ocurrirá como al Señor Chinarro, y alumbrarán un álbum más arraigado a su terruño? ¿Se le notará a Jota el asento andalú? ¿Alquilarán las guitarras de Raimundo Amador o los coros de Los del Río? No sé, lo único que puedo intuir es que el próximo disco de Los Planetas será el mejor de todos: más raro, más difícil, más imperecedero, más profesional, más sincero... y más Planetas (risas enlatadas).
3-Sus canciones son ideales para hacer playback en casa.Pablo tiene diecisiete años y ha tenido la mala suerte de nacer feo, gordo, torpe, grasiento y tonto en los noventa, la era de los cuerpos danone, la simpatía obligatoria y la inteligencia emocional. Pablo no tiene amigos, los chicos se ríen de él, y las chicas lo consideran invisible. Los padres del chaval tampoco lo miran demasiado: apresados en una aplastante jornada laboral y en una espiral de compromisos sociales, cuando llegan a casa están demasiado cansados como para ocuparse del "inútil" de su hijo, aunque de vez en cuando le dan un grito ("¡a ver si haces amigos o te pones a trabajar o te echas novia de una puta vez!"). Para colmo, al pobre chaval le ha tocado vivir en una metrópolis agresiva, implacable e inhumana como el Madrid de Manzano. En fin, que los vigorosos himnos adolescentes de Los Planetas no parecen estar escritos para este chico pero, sin embargo, él se los sabe todos de memoria. Pablo no se identifica para nada con las letras de Jota pero, mientras espera llegar a hacerlo algún día, vive dentro de ellas, escapa de su miserable realidad sumergiéndose en ese mundo tan real para otros, pero que a ojos de Pablo es pura ciencia ficción: salir con chicas, follártelas, echarlas de menos cuando te dejan, tomar drogas, ir de putas, correrse juergas con los amigos... Como en una suerte de realidad virtual sónica, Pablo vive todo eso y mucho más en las canciones de los Planetas.Junto a la masturbación, el pasatiempo preferido de Pablo es el playback. Todos los días, se encierra en su cuarto después de comer, se enfunda una camiseta de rayas, agarra una raqueta, baja la cabeza y, durante horas, hacer playback frente al espejo imitando a Jota o a Florent (según le pille el día), mientras suenan en su equipo las canciones de su grupo favorito. Así, durante unas horas Pablo es feliz, y realmente se cree que es él, y no Jota, el que canta esas canciones, el que ha escrito esas letras, el que toca esas guitarras, el que se pone hasta el culo de buenas sustancias y el que moja las bragas de millares de princesitas indies adolescentes y sudorosas. Entre oleadas de intenso placer provocadas por el pop-rock planetoide, Pablo se siente como el chico de la canción de los Monochrome Set, y sueña que es una estrella y que la gente le dice que es genial tal como es, que no cambie ni adelgace nunca. Y también que las marujas le paran por la calle y le sueltan un "por favor, ¿podrías firmarme un autógrafo para mi niña? es que me la tienes loquita, ¿sabes?". Una calurosa tarde de verano, mientras sus compañeros de clase disfrutan de sus vacaciones bañándose en piscinas, viviendo bonitos romances o yendo al Parque de Atracciones en pandilla, Pablo está, como siempre, encerrado solo en casa, escuchando a Los Planetas. Hoy cumple dieciocho años y ha conseguido dos compañeros que le harán pasar una tarde distinta, aunque sean sintéticos: un tripi y un gramo de cocaína. Pablo ya no aguanta más, está harto y quiere probar algo nuevo. Así que se come el tripi y se empieza a meter rayas de coca. Luego pone "Una semana en el motor de un autobús". Cuando el disco llega a su fin, Pablo ya se ha metido toda la farlopa y el ácido ya le han subido a tope. La mezcla entre las dos sustancias ha tenido un efecto devastador en su organismo: Pablo se ve corroído por la paranoia, ve horrores por todas partes y oye risas dentro de su cabeza. Risas que se ríen de él. Mientras "La copa de Europa" suena por última vez en su equipo, Pablo, tenso como una raqueta, siente cómo se le va durmiendo el brazo izquierdo, a la vez que un agudo pinchazo le aguijonea el corazón.Hospital Gregorio Marañón, doce y media de la noche. El doctor Martínez confirma a los desconsolados padres de Pablo las causas de la muerte de su hijo: infarto provocado por la mezcla de varias drogas aún por determinar. La madre, entre lágrimas, empieza a gritar: "¡Joder, la culpa la tienen esos malditos discos que escuchaba! Ese grupo de drogadictos ¿cómo se llamaba?" Y el padre contesta "Los Planetas, nuestro hijo ha muerto por culpa de Los Planetas". Lo que, en su desconocimiento, no supo apreciar el necio padre de Pablo es que, por el contrario, su hijo había vivido gracias a los Planetas. Hasta que llegó el día en que se cansó y prefirió estar muerto que aburrirse así. Y es que tres discos y un puñado de singles, por buenos que sean, no son suficientes para llenar toda una vida.(Nota: todo esto me lo acabo de inventar. Cualquier parecido con personas, situaciones o hechos reales es pura coincidencia).
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